Despedimos la semana con varios frentes y no son meteorológicos. El turno de violencia de género, nos tiene completamente ocupados. La razón fundamental es que el abogado de la víctima hace una defensa integral. ¿Y qué es esto? pues que nos toca llevarlo todo, por eso de no dispersar en diferentes abogados los conflictos que surgen en estos terrenos. Tenemos que gestionar su defensa penal, y en lo civil, todo. “Todo” es muchas cosas: separación, convenios reguladores, establecimiento de medidas, ejecuciones judiciales por impago de pensiones, órdenes de alejamiento, consultas de todo tipo, el colegio de los niños, las particulares, que me paga pero es poco, quiero más, que no trabajo…, quiero menos, que me quitan las ayudas sociales…
Son momentos duros a los que cuesta acostumbrarse. Lo que pagan por este trabajo, lo dejamos para otra entrada. La satisfacción por hacerlo, no tiene precio.
El juzgado de violencia es un sitio curioso. Hay un montón de personas serias, con salas donde nos reunimos para hablar temas serios. Lo más curioso de este sitio, es que entras pero no sabes cuando vas a salir, algo así como los contratos de permanencia en los móviles pero compartiendo espera, en ocasiones, con una víctima doliéndose de los golpes del día anterior.
Un día entre para un juicio rápido a las 9 de la mañana y salí a las 20:30 de la tarde del mismo día. A eso de medio día se me ocurrió preguntar si podíamos salir a comer algo, “¡Vaya idea la mía, en qué estaría pensando!; la funcionaria de turno con buen criterio y mejor educación me dijo que ella tampoco había comido y que le tocaba estar allí. Chiribitas en los ojos me salían, los orificios de la nariz abiertos y una espuma blanca un tanto curiosa en la comisura de los labios muy característica acompañada del típico rostro rojo, fue suficiente para que me entendiera.
Otros abogados son más expresivos, conocí uno que en el mismo escenario, sacó la tarjeta de su despacho y con la misma educación de las funcionarias la tiró en el mostrador y dijo: ¡Éste es mi número del despacho, cuando esté todo listo me llamáis!, mi tiempo es igual de valioso que el vuestro. Se dió media vuelta y ¡Hasta luego Lucas!
Anécdotas a parte, el equipo que formamos este despacho trabaja seriamente y con buen humor cuando la ocasión lo permite. Las reuniones en equipo siempre son una buena ocasión para aprender. Compartir problemas, ofrecer soluciones, tomar decisiones. En la foto, en la oficina, trabajando en un asunto urgente.
Seguimos.
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